Intel, el gigante de los semiconductores, ha atravesado por una racha complicada en los últimos años. La compañía no solo reportó pérdidas multimillonarias el año pasado, sino que también vio una caída drástica en sus ingresos. Aunque 53 mil millones de dólares sigue siendo una cifra considerable, los ingresos de 2024 representaron una disminución de más del 30% en comparación con los 79 mil millones que la empresa generó en 2021.
Como era de esperarse, con estas finanzas tan preocupantes, la acción ha sido una inversión desastrosa; Intel (INTC) ha perdido la mitad de su valor en los últimos cinco años. Y aunque algunos podrían pensar que esto la convierte en una compra barata, muchos inversionistas temen que no sea más que una “trampa de valor”. Sin embargo, un nuevo jugador ha entrado en escena: el gobierno de Estados Unidos, que recientemente anunció la adquisición de una participación en la compañía. ¿Podría esto finalmente darle la estabilidad que tanto necesita?
El Respaldo del Gobierno Estadounidense
El pasado 22 de agosto, Intel anunció un “acuerdo histórico” con el gobierno de EE.UU. Este acuerdo convirtió miles de millones de dólares, otorgados previamente a Intel bajo la Ley CHIPS y Ciencia de 2022 para la construcción de nuevas fábricas, en el pago por una participación accionaria de aproximadamente el 10% para el gobierno.
Aunque a algunos inversionistas les preocupa cómo podría afectar esto la estrategia a largo plazo de la empresa, Intel ha asegurado que se trata de una inversión pasiva. Esto significa que el gobierno “no tendrá representación en el Consejo de Administración ni otros derechos de gobernanza o información”. La lógica detrás del optimismo es que, al tener una participación directa, el gobierno podría impulsar un mayor apoyo y regulaciones favorables para la industria, beneficiando a Intel en el futuro.
Una Inversión con Riesgos Políticos
En el papel, la idea no suena mal. Tener un inversionista pasivo con tanta influencia y recursos podría ser ventajoso. Sin embargo, la realidad puede ser muy diferente. El mes pasado, por ejemplo, el presidente Donald Trump pidió la renuncia del CEO de Intel, Lip-Bu Tan, solo para elogiarlo unos días después. Esto podría ser una señal de lo que está por venir, ya que, aunque el gobierno no tenga un asiento en el consejo, no significa que figuras políticas no intentarán influir en las decisiones de la compañía a través de redes sociales u otros medios. Esta incertidumbre política podría afectar la percepción de los inversionistas.
Otro factor a considerar es lo que podría suceder con la próxima administración. Las políticas federales pueden cambiar drásticamente, lo que hace que invertir basándose en supuestos sobre la acción gubernamental sea una estrategia de alto riesgo.
Los Problemas Fundamentales Persisten
Tener al gobierno como un inversionista importante tampoco solucionará los problemas de fondo de Intel. La compañía sigue luchando con su rentabilidad y tiene un largo camino por recorrer solo para alcanzar el punto de equilibrio, especialmente mientras invierte miles de millones en su expansión. En el último trimestre, sus ventas se mantuvieron estancadas en comparación con el año anterior, y su margen operativo fue de un preocupante -24.7%.
Al final del día, sin finanzas más sólidas y mejores perspectivas de crecimiento, no importará quién invierta en Intel. Para quienes buscan una inversión a largo plazo, los fundamentales de la empresa son lo más importante, y desafortunadamente, esos no son los puntos fuertes de Intel en este momento.
Una Hoja de Ruta de Productos con Baches
Estos problemas fundamentales se reflejan directamente en su hoja de ruta de productos, que parece tener más preguntas que respuestas. La propia Intel ha confirmado que una actualización de sus procesadores Arrow Lake llegará a duras penas en 2026, sirviendo solo como un parche temporal antes de que los esperados chips Nova Lake vean la luz a finales de ese mismo año o principios de 2027.
Durante una conferencia tecnológica de Goldman Sachs, John Pitzer, vicepresidente de relaciones con inversionistas de Intel, admitió: “Tenemos algunos huecos que llenar en el frente de escritorio. […] Tendremos una actualización de Arrow Lake el próximo año, lo que ayudará a iniciar el proceso, y luego concluiremos con Nova Lake”. En otras palabras, Intel sabe que está rezagado y espera que unos cuantos MHz extra en Arrow Lake sean suficientes para mantener el interés hasta que su nueva arquitectura esté lista.
La Competencia Aprieta el Paso
El mayor problema es el timing. Para mediados de 2026, Arrow Lake ya tendrá casi dos años en el mercado, mientras que se espera que las CPUs de escritorio Zen 6 de AMD ya estén disponibles. Esto dejaría a Intel tratando de vender tecnología recalentada mientras su competencia presenta diseños frescos y más potentes.
Además, los compradores podrían pensárselo dos veces sabiendo que Nova Lake usará un nuevo socket, lo que haría que los chips actualizados de Arrow Lake fueran una compra poco atractiva a largo plazo. A menos que Intel ofrezca descuentos muy agresivos, es probable que los consumidores prefieran esperar.
¿Es Momento de Invertir en Intel?
La intervención del gobierno no es una solución mágica para los profundos desafíos operativos y competitivos de Intel. Por ahora, los inversionistas más prudentes harían bien en mantener a Intel en su lista de seguimiento en lugar de comprar acciones. De hecho, analistas de plataformas como The Motley Fool han señalado que, a pesar de la situación, Intel no figura actualmente entre sus 10 principales recomendaciones de compra, destacando que otras empresas en el sector tecnológico podrían ofrecer rendimientos mucho más sólidos. El riesgo en Intel sigue siendo considerable.